miércoles, 26 de abril de 2017

LA GRAN FARSA. “Serios” escarceos sobre “jocosidades” entre “héroes” y “villanos”.

Decía el viejo tango “el mundo fue y será una porquería…”. Los seres humanos, en particular los políticos de oficio y la media internacional se “nutren” de una suerte de “valoración moral” que como bebida refrescante de cola o de esas archifrías que venden en Estados Unidos (que manchan la lengua como si se tratase de laca naval), suelen ser reputadas de “alimenticias” mediante mensajes comerciales de amplia difusión, aunque, luego de engullidas, en “advertencias” escritas en letras microscópicas en las respectivas etiquetas, rece que su consumo “pudiera resultar nocivo para la salud”. Una suerte de “gran farsa” en la que todo el orbe se ha enfrascado y donde convive el epítome de la sinverguenzura con la más impoluta de las acciones, en tal clase de complicado entrecruzamiento e intersección, que hacen lucir las creaciones gráficas de los mosaicos árabes, como dibujos propios de un escolar imberbe, apenas cursante de las primeras letras.

Sí, es cierto, “el mundo fue y será una porquería, en el 506 y en el 2000 también…” y aun cuando el tanguero de los años veinte, haya puesto al siglo XX como la muestra palmaria de esa “grandiosa porquería”, tampoco es menos cierto que el descaro del XXI, es una verdadera excresencia humana con todas sus características coprológicas. El expresidente Barak Obama fue sujeto del otorgamiento de un Nobel de la Paz, en medio de la promoción de la guerra en Afganistán. El Presidente Wladimir Wladimirovich Putin, en un enroque sucesivo, no ha soltado el poder político en su Rusia natal desde hace más de un decenio, aun habiéndose realizado “elecciones democráticas” en esos predios. Kim Jong-Il es un “criminal de guerra en potencia” porque intenta desesperadamente hacerse de su respectiva “bomba atómica” y, por su parte, israelíes, ingleses y franceses, ya acumulan un arsenal nuclear capaz de reducir a la tierra a un átomo, pero no una, sino mil veces. Los ingleses no quieren a la Unión Europea pero sí sus reales y ahora, porque de reales se trata, los bancos ingleses se quieren mudar a Berlín, porque el Brexit pinta los va a dejar más limpios que “talón de angelito”. Recep Tagyp Erdogan quiere ser el Tamerlán de este tiempo y “democráticamente” se hace elegir Sultán.

En Siria ya van en camino de superar un lustro de guerra civil, por cierto promovida por los Estados Unidos y sus “democráticos” aliados de la OTAN, mientras un sátrapa cósmico como Bashar Al Assad, continúa campante en el poder, gracias al apoyo “logístico y material” del “Zar democrático” Putin y no obstante los “ingentes esfuerzos de una comunidad internacional muy preocupada” cuyos diplomáticos de  trajes a lo Fifth Avenue, toman champaña y cenan con caviar “en una odiada” New York, condenada en discursos variopintos  “porque no comprende los sufrimientos de la población  de Alleppo”, y que, además, distraída por sus propias preocupaciones, tiene que lidiar cotidianamente con los apremios de seguridad que un Presidente itinerante les obliga a soportar, porque quiere mandar a su país desde su Golden Trump Tower, en lugar de hacerlo desde la “vetusta y tradicional” White House. Y hablando del “Rey de Roma”, precisamente el Presidente estadounidense, una extraña combinación de “T.V Star” con “empresario hotelero-constructor” y “gigoló vulgar”,  acaso una muestra palmaria de la “brillante nueva generación de líderes mundiales”, acusa a su par de Siria de ser un cruel asesino de niños, sin pruebas, sin investigación, sin la más mínima averiguación mediante y, en nombre de “la democracia y la libertad”, le arrequinta por su militar lomo de hereditario tiranuelo árabe, 87 cohetes de última generación, que cuestan más que cien hospitales, una veintena de escuelas y comida para más de un millón de personas, todo en menos de dos horas de ataque. “¡Qué bárbaro!”...diría nuestro tanguero centenario.

Y lo peor, todos estos personajes son “héroes y villanos” según el cristal con que se mire, posiblemente parte sustantiva de la naturaleza humana, pero que no deja de ser su sola observación un vomitivo eficaz, para mentes constipadas de tanta acumulación indigesta de “material impropio”. Pero nuestra región hispanoparlante de América y otro tanto en aquella de parla lusitana, hoy día también suele ser vitrina rutilante de “excrescencias diamantinas”.

Comenzando por el sonadísimo caso Odebretch, que ha convertido al empresario brasileño de la construcción civil, Marcelo Odebrecht, en una especie de “íncubo infernal” por el “condenable delito” de haber “repartido generosamente” sobornos a “diestra y siniestra” especialmente en el mundo político de nuestras naciones. Sorprendente resulta esta suerte de “linchamiento” que le hacen a Marcelinho, el hijo predilecto de un “pai trabalhador” y decimos que sorprende porque ¿Desde hace cuánto esta práctica es condenable en nuestro continente hispanoamericano?, región entendida, sin tapujos, desde el Río Grande hasta la Patagonia. ¿Cuánto hace que nuestros políticos consideran “delictuoso y condenable” recibir sobornos? ¿Desde cuándo existen en nuestros predios las “ayudas”, las “comisiones”, las “mordidas”, los “arreglos”, los “repartos”, “os carinhos”? Ahora resulta que Marcelo salió de algún infierno extraño, del que nunca debió salir y que ha ofendido con su “aliento corruptor y putrefacto” jamás “olido” en estas tierras, la “diáfana pulcritud de nuestras públicas prácticas administrativas”. ¿Pero es que acaso no son familiares los apellidos Matarazzo, Cisneros, Febres Cordero y Piñera, por mencionar apenas unos pocos, cuando se hace referencia al “pago por mampuesto” para beneficio de sus intereses pecuniarios y los de nuestra mesnada política latinoamericana?, si hasta el propio Macri (con práctica de familia además), hoy flamante Presidente de la República Argentina, de haber tenido más de una hermana, acaso “la picolla donna” hubiera sido bautizada seguramente con el gracioso nombre de “Coimaría” en homenaje a tan fructuosa práctica familiar y, a la vez, a la madre del Maestro Jesús, para ser consistentes con esta “novísima forma siglo-ventiúnica” de ver la realidad.

Daniel Ortega se hizo elegir Presidente, anulando a su oposición política, nombrando, de paso y por carambola, en una misma jugada, a su esposa Rosario, nada más y nada menos que Vicepresidenta de la República, todo en el más “ejemplar ejercicio democrático”. Michel Temer, “el honradísimo, grave y serio Presidente” que asumió “por la Patria y el Pueblo” del Brasil, el sagrado deber de sustituir a la Presidenta Dylma Roussef, en virtud de ser esta última sindicada de “timar el erario público”, parece que “pudería” irse embora” si acaso se le siguiese juicio por su presunta participación, junto a ocho ministros de su “pulcro gabinete”, en un sonado caso de corrupción que, junto a otro de fama mundial, no “Lava” el “Jato” un tanto sucio de muchos de ellos, demostrando que no hay peor “Cunha” que la del mismo palo . Y, al propio tiempo, parece ser que un “jogador do futebol” llamado “Petro Bras” los ha goleado a todos, demostrando la naturaleza “filibusteramente jogadora” que acaso les venga de sus “ancestros imperiais” que no futbolísticos.

Pero el trofeo del “entrecruza y laza, entrelaza y cruza” se lo llevan sin duda, “los venezolanos imbuidos de tropical cubanía” quienes bailan al son que les toque la gerontocracia antillana, quien, por añadidura, les sirve de guía “palera” e intelectual: los Revolucionarios Rojos. Cual si fueran navegando en un barco que cañonea; toca la banda marcial a estribor; la tripulación baila “tambores” en el puente; se celebra una misa sincrética entre cristiana y santera a babor, con un coro que canta a ritmo de nueva trova con joropo, van dando tumbos por un mar embravecido y tormentoso que ellos mismos buscaran transitar, mientras las máquinas hacen prácticamente pucheros y la nao hace aguas sin remedio. Guiados por un capitanazgo colegiado y mermado en sus cualidades cognitivas, exhiben como capitoste mayor a un hombre que es, de por sí, repositorio de profundas limitaciones y contradicciones desde su más tierna edad: el Presidente Maduro. Invoca la paz y arenga a sus huestes a la guerra; desestima la muerte de más veinte venezolanos y ensalza la muerte de dos, solo porque son sus correligionarios. Ofrece el diálogo a su contraparte, mientras los tilda de “terroristas”, “ridículos”, “hijos de su madre”, “miserables” y otras pitanzas discursivas de mayor calibre, impropias de mencionar en estos ejercicios escriturales de carácter intelectual, por jocosos que resulten a veces.

El Tribunal Supremo que sirve “supremamente” a sus intereses “revolucionarios”, al ser sus magistrados todos “rojos, rojitos”, dicta sentencias que anulan a la Asamblea Nacional, confieren al Presidente poderes especiales, en el marco de un “estado de excepción” que ya ha arribado, por su reiterada continuidad (por cierto tampoco ajustada a Derecho), a una “excepción que se ha hecho Estado”, contraviniendo la más elemental norma constitucional, mientras el mermado de su exdelincuente Presidente afirma que el derecho a la protesta, derecho convertido en “constitucional” por los mismos que hoy lo niegan, tiene el carácter de “relativo”, sentando cátedra en materia de Derecho Administrativo e incluso en la propia Filosofía del Derecho: resulta que los derechos, los derechos, los DERECHOS, tienen calidad de “relativos” o “absolutos”, de lo cual puede deducirse que el derecho a la vida, de acuerdo a “ciertos agravantes que concurran en su consideración” bien pudiese ser objeto de cierta cuantía de “relatividad” a la hora de “la estimación de los hechos y sus respectivas probanzas al momento de ser sujetas a juicio”.

La presidencia del Poder Moral Republicano (una creación del Poder Público que se remonta a las sugerencias que hiciese el Libertador Simón Bolívar a los legisladores, en su discurso ante el Congreso de Angostura, en 1817 y luego materializase en la Constitución Boliviana, allá en 1826), corresponde en turno al Defensor del Pueblo (aclaramos que en la Venezuela en la que vivimos al momento de escribir estas líneas), otra creación accesoria del Poder Moral. Su titular debe solicitar al Fiscal General de la Nación, se sirva conducir (a solicitud que el Poder Legislativo cursa por ante la presidencia del Poder Moral), las averiguaciones a las que haya lugar contra los Magistrados del alto tribunal, por la inconstitucionalidad de las sentencias emitidas por el alto tribunal, conforme lo establece el ordenamiento constitucional vigente. El Defensor se ofende, acusa a la Asamblea de actuar en su contra e ignora la solicitud. Al propio tiempo, ordena la investigación sobre la muerte de dos trabajadores vinculados al gobierno e ignora las de más de veinte ciudadanos, así como la suerte de los detenidos, porque según él “no es materia relevante por ahora”.

Los procesos electorales que se han solicitado y cuyos extremos legales se han cumplido, han sido ignorados, desestimados y, en última instancia, invalidados o preteridos, por la Presidencia del Poder Electoral, aun cuando la Constitución y las leyes de la República, los contemplan y obligan. Sin embargo, las autoridades electorales insisten en estar obrando conforme “la Constitución y las Leyes” y, sin ninguna causa legalmente justificable, no hacen pronunciamiento oficial alguno y tampoco se dignan informar, al menos informalmente, al país. No hay medicinas o si las hay, sus precios las convierten en inaccesibles. Escasean los alimentos y lo que se consiguen tiene precios que viajan, junto al Discovery, en sus circunnavegaciones espaciales. Sin embargo, para el Presidente Maduro y su “corte ministerial”, todo es producto de una “guerra económica, financiera y mundial” que el “imperialismo norteamericano” y sus aliados locales, cipayos, esclavos, negreros, miserables, mal nacidos, desgraciados, diletantes, cobardes y sucios (a quienes, dicho sea de paso, afirma categórico, extiende su mano con amor, amor del bueno en nombre de la paz y del diálogo conciliador), han desarrollado contra él, la Revolución Bonita y sus heroicos camaradas.

De manera que esta forma “acomodaticiamente informe” en la que vivimos hoy, no solo aquí, sino parece que en cuanto recóndito rincón de la tierra que nos aproximemos, sujeto claro a intenso bombardeo y difusión mediática, domina ampliamente nuestros escenarios posibles, escenarios pletóricos de “héroes y villanos”, quienes asumen, alternativamente y a “gusto del consumidor” ambas distinciones e incluso extrañas mixturas de ambas categorías. Y como aquella vieja canción de Joan Manuel Serrat, siempre será posible hallar una “escena emocionante” en la que“…el prohombre y el gusano, bailen y se den la mano, sin importarles la pinta…” porque todo es al fin una farsa, una absoluta, concluyente y definitiva “gran farsa…” acaso, podríamos decir, una suerte de “macabra fábula”. El problema radica en que no sabemos cuan doloroso resulte decir, no importa dónde, ni cuándo, ni cuantas bombas, ni cadáveres mediante: Acta…acta est fabula…





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