Doménico Fisichella podría ser
considerado como un político de simpatías monárquicas en la Italia republicana
de la era contemporánea. Posiblemente se le vincularía con Silvio Berlusconni
en calidad de ministro de su gobierno; como miembro previamente del senado
italiano y militante, además de fundador, de varios movimientos políticos
italianos. Pero no es ese Fisichella el que nos interesa; nos interesa el
académico, el que ha sido cifra en la Ciencia Política y que ha dedicado buena
parte de su vida a la docencia, la escritura y la investigación. Sin demérito
de su accionar en la política real, es para nosotros esencial aproximarnos a
Fisichella como científico.
El Profesor Fisichella, abogado,
laureado en Jurisprudencia en la Universidad de Perugia, luego Profesor en la
Universidad de Florencia y más tarde emérito de la Universidad de Roma “La
Sapienza”, ha escrito más de treinta obras relativas a la Ciencia Política, que
van desde la teorización de su postura monárquica hasta el dinero como
instrumento político de cambio. Es de interés nuestro su modelo de Sistema
Político, a partir del cual construiremos una modesta versión propia, versión
que aplicaremos a la interpretación del Sistema Político de Venezuela, país al
que pertenecemos “tanti in corpore come
in ánima”.
A grandes rasgos, el modelo de
Sistema Político del Profesor Fisichella, que en alguna medida se basa en los
trabajos del científico político americano-canadiense David Easton, entiende y
representa al Sistema Político como un conjunto de partes interactuantes y correlacionadas,
que están constituidas específicamente
por el Estado, siendo este a su
vez constituido por el Poder Público, que al propio tiempo resulta continente
de las estructuras burocráticas que se le son atinentes. Ese Estado es atravesado de manera
transversal por los Partidos Políticos quienes, en un mismo trayecto
transversal, entran en otras Organizaciones Sociales de variada índole. El
Sistema Político, en consecuencia, termina siendo continente de todo lo
anterior, siendo la “relación política”
el elemento cohesionante de aquella estructura en vivencia dinámica.
Partimos de una proposición como
supuesto teórico que devenida en hipótesis, requeriría ser probada
empíricamente mediante exhaustiva investigación pero que, por ahora,
reiteramos, lo asumimos como suposición propositiva: nuestras sociedades suramericanas son sociedades estructuradas sobre la
base del poder como motivación (David McLelland, 1971) y en tal sentido las
búsquedas motivacionales esenciales son el
mando y la riqueza, siendo el reconocimiento que de ellas se
deriva, la máxima consideración como impulso y razón de vida. En la
construcción de nuestras estructuras para Venezuela, partimos también del mismo
supuesto teórico.
Max Weber afirma que se hace
política cuando se trata “…de influir
sobre la distribución de poder entre las distintas configuraciones políticas y
dentro de cada una de ellas…” [1];
de esta cita es posible derivar que buena parte de la política, en su sentido
actual[2]
, trata sobre el poder y su distribución, y si la lucha por el poder es de
inmanencia humana, es posible derivar por consecuencia que la lucha política
es, en buena medida, una pugna por el poder, en este caso, la lucha por el poder político. Desde nuestra proposición, si las nuestras son sociedades estructuradas
sobre la base del poder como motivación, sus “configuraciones políticas” se
harán con base al poder y la “política” como expresión de la “lucha por el poder”, dominará con
preminencia todos nuestros escenarios, de allí que, para nosotros, el Sistema
Político es continente de todas nuestras relaciones sociales, al interior de
nuestro entramado social.
De esta (digamos) segunda
proposición parte nuestra configuración del Sistema
Político venezolano. Continente de todos y todo, porque lo político
(entendido “lo político” como toda “lucha por y para la obtención y
distribución de poder en cualquier
configuración social o con fines de relacionamiento social”), desde esta perspectiva, envuelve a todo y a todos.
Rodeado de un Entorno Internacional del cual pudiesen
devenir “variables perturbadoras exógenas”
de toda índole, capaces de introducir perturbación e inestabilidad al interior
del Sistema Político, este último es
continente de dos grandes Subsistemas
Políticos a su vez: el Subsistema
Político Estado y el Subsistema Político Societal. Intersectados e
interactuantes, se definen por sus relaciones, nacidas de su relacionamiento
continuo y del cual surgen, a su vez, fricciones intrasistémicas producidas por “variables perturbadoras endógenas” atinentes también a ese relacionamiento
(poder, distribución de poder, influencias, mando político y/o militar,
riquezas, prebendas, intereses insatisfechos, aspiraciones por cumplir o no
cumplidas, etc.).
El Subsistema Político Estado, es continente a su vez de dos grandes subsistemas, a saber, el Subsistema Poder Público Nacional, que
en nuestro modelo contiene a su vez todas las expresiones de poder público que
existan en el país (Poder Estadal, Municipal y todas las ramas que previstas en
la Constitucional Nacional, existan como parte del Poder Público) y el Subsistema Fuerzas Armadas, que en este
modelo contiene no solo al estamento militar institucional (Ejército, Armada,
Aviación, Guardia Nacional y Milicia Popular, en el caso de Venezuela) sino
además todo el aparato de seguridad del Estado (organismos policiales y
para-policiales). En nuestros países de Hispanoamérica, pero muy especialmente
en Venezuela, las Fuerzas Armadas no son “contenidas”
por el Poder Público Nacional, son en realidad un verdadero subsistema al
interior del Subsistema Estado.
Árbitros en algunas oportunidades, protagonistas y detentadores de importantes
y verdaderas cuotas de poder, los militares son los artífices del éxito o las
derrotas de los sistemas políticos en diversos momentos de nuestra historia
nacional venezolana y, en alguna medida, también en Hispanoamérica. Intersectándose (además, en no pocas ocasiones fungiendo el doble papel de “jueces y partes”) con el
Poder Público Nacional, lo hacen con “vida
propia” a través de la intersección con el segundo gran subsistema de
nuestro Sistema Político: el Subsistema Político
Societal.
Es el Subsistema Político Societal continente también de un conjunto
nutrido de subsistemas, que le confieren vida y se intersectan entre sí,
haciéndolo, simultáneamente, tanto con el Subsistema
Poder Público Nacional, en el Subsistema
Estado, como con el Subsistema
Fuerzas Armadas, en el mismo subsistema. Contiene el Subsistema Político Societal, a los subsistemas Partidos Políticos, Gremios y Sindicatos,
Empresarios y Comerciantes, Iglesias, Instituciones Educativas, Medios de
Comunicación y Otras Organizaciones Sociales de variada índole, que,
reiteramos, intersectadas y relacionándose entre sí, van definiendo su
existencia, así como sus propias variables perturbadoras endógenas, que
producen e inducen sus propias fricciones intrasistémicas. Todo este gran
conjunto va rotando y condicionando a su vez sus propias rotaciones, pudiendo
llegar, en algún instante, a acumular tal grado de pulsiones y choques entre
sus subsistemas contenidos, que el Sistema
Político, como un todo, en rotación entrópica, pudiese llegar a su umbral
de máxima inestabilidad, trascendiendo la frontera de la perturbación máxima y
deviniendo en otra configuración estructural con nuevos relacionamientos y, por
ende, nuevos equilibrios, esto es, un nuevo Sistema
Político, distinto y en cierta medida “triunfante”.
Con independencia de la “complicación estructural” que este
planteamiento pareciese “ofrecer
visualmente” lo que pretende es mostrar una “visión dinámica real” de nuestro comportamiento sistémico en lo
político y social, clase de movimiento que condiciona no solo los dos últimos
aspectos mencionados, sino uno fundamental en la dinámica más contemporánea de
los pueblos: el aspecto económico. A veces de
la visión sencilla deviene lo complicado, pero con cierta reiteración, de la visión
complicada, deviene la solución más sencilla. Los invitamos a “mirarnos” desde nuestra perspectiva
sistémica. Quien sabe que experiencia sorpresivamente valiosa podrían sacar de
ella…
[1] Weber, Max. Sociología
del poder. Los tipos de dominación. ALIANZA. Madrid, 2007. Pág.93.
[2]
Maurizio Viroli,
en su texto “De la Política a la Razón de
Estado” demuestra como la política en su sentido original, es decir, por ejemplo, desde lo que sobre ella opinaba
Marco Tulio Cicerón, esto es, “el arte de
hacer el bien común, con arreglo a los principios de la justicia y la razón”
derivó a la concepción de lucha por el por el poder, al imponerse la Razón de
Estado sobre la concepción inicial. Dice Viroli, luego de argumentar respecto
del período y territorio escogido para su estudio, esto es la Italia entre los
siglos XIII y XVII: “Para alegría de
algunos y desesperación de otros, la política (parafraseando la famosa
definición de Brunetto Latini) ya no era ese arte de gobernar las repúblicas
con arreglo a los principios de justicia y la razón, sino mera razón de Estado,
es decir, el arte del manejo de los
medios que permitían conservar el dominio ejercido sobre las gentes”
De allí que insistamos en su “sentido
actual”. Viroli, Maurizio, De la Política a la Razón de Estado. La
adquisición y transformación del lenguaje político (1250-1600). AKAL.
Madrid, 2009. Pág.36.