jueves, 7 de diciembre de 2017

El mito del “Gerente”, Primer Mandatario Nacional: el nuevo “sueño” de algunos venezolanos.

En una sociedad que suele perderse en marasmos equivalentes, cada cierto número de años, ahora en medio de una situación económica bien difícil, algunos venezolanos, treinta años más tarde de las ventoleras creativas de Friedman y Fukuyama, la anti-política y el mal llamado “neoliberalismo”, se les ocurre la “brillante idea” de sugerir que a Venezuela “lo que le hace falta es un Gerente”.

 Aprovecho entonces la oportunidad para tocar el tema, a la luz de cuarenta años de ejercicio profesional en el sector privado venezolano, precisamente desde posiciones administrativas tan humildes como aquella (bien pretérita por cierto) de Auxiliar de Contabilidad, hasta la de asesor y consultor de grandes organizaciones empresariales pasando, por supuesto, por aquella en la que cifran “tantas esperanzas” algunos compatriotas: la de GERENTE.

Comenzaré por decir que en Venezuela, de existir “industriales” son pocos; lo que tenemos son comerciantes con mentalidad, como es lógico, de lo peor del sector terciario, esto es, comprar barato y vender bien caro (a lo Molly Brown, “the unsunkable lady”). Los conceptos de “asumir el riesgo”, “calcular el precio del mercado hacia atrás, para determinar ineficiencias de distribución y, sobre todo de producción” y “motivar al personal para crear equipos empáticos y productivos” no existen o cuando aparecen con fugaz existencia, son soterrados intencionalmente por “adulantes de oficio” o “mediocres de profesión”. Hay una “ojeriza natural” hacia el brillante o se le utiliza lo suficiente para sacarle el mejor provecho. El reino es del mediocre y la desesperanza pertenece por entero al capaz.

Los emprendimientos personales de pequeña escala y propiedad familiar, son muchísimo más eficientes que las grandes corporaciones, pero si tienen éxito, son barridos del espectro empresarial por los “grandes emporios”, mediante un dumping inmisericorde de precios. La cartelización por sectores es política y el contubernio de intereses con los gobiernos, práctica cotidiana. La corrupción es acto público, pero su orígen deviene de prácticas cotidianas del y en el sector privado: la concusión y el cohecho. No existe hueso sano (con mayor razón en el sector bancario) y las “eficiencias” que tanto se pregonan, son auténticas islas de excelencia, producto más del “voluntarismo personalista” de algunos “héroes”, navegantes solitarios en un piélago de mediocridad, que iniciativa formal y colectiva del empresariado venezolano.

Las cámaras de comercio, las federaciones y su órgano mayor, creado en la primera década de los años cuarenta, son ocupados más por “políticos de oficio-Negociantes” (quienes aspiran más a su propia proyección personal), que por empresarios de verdad; de lo que más se habla es de cómo obtener más beneficios materiales y cómo burlar las cargas fiscales, que de ser más eficientes en los procesos y más empáticos con los equipos de trabajo. La lealtad es, sin duda, “con el buen caballero Don Dinero” antes de que con el negocio y su supervivencia en el corto, mediano y largo plazo. La empresa es vista siempre como “caja de caudales”, antes que elemento creador de riqueza nacional. En mayor o menor medida, esta es “la faz de nuestro recorte de realidad empresarial”.

En ese recorte, nacen nuestros “GERENTES” de los cuales hay que distinguir cuatro tipos: en primer término, los que son nombrados así, solo porque, según la estructura organizativa y los manuales de normas y procedimientos, deben ostentar esa titulación. Un segundo grupo, los que por "complicidades", “nexos familiares”, “proximidades convenientes”, “adulancia sistemática” o “patada por debajo de la mesa mediante”, amén del "cómodo colchón", logran esas posiciones. Un tercer grupo, lo constituyen las “estrictas plazas vacantes”, esto es y en criollo: no hay más nadie para ocupar el puesto. Y, finalmente, el cuarto grupo, minúsculo y breve temporalmente: los que tienen los méritos y la preparación para alcanzar las posiciones gerenciales.

Los llamados “GERENTES EXITOSOS” lo son más por “lo que parecen ser” que por “lo que realmente son” y por lo general, tienen una “unidad de soporte” que sirve al propósito de “hacer lo sustantivo” en términos de sus obligaciones operativas y/o administrativas, mientras ellos se dedican sistemáticamente a su autopromoción. Sin embargo, este equipo es anónimo y, a veces, muy mal remunerado: se les convence que su “obligación indeclinable” es hacer que “el jefe brille” y si así cumpliesen, “podría haber recompensas a futuro”, compensaciones que, por cierto, jamás llegan. Y el que hace la función de promover esas ideas en el equipo, es por lo general un adulante contratado para tal fin o alguien quien aspira a estar algun día en la posición del "Jefe", gañán que, también por lo general, se cree mejor que sus compañeros. No veo en que difieren estos caballeros de nuestros habituales “Políticos de Oficio”.

Ahora bien, no todo es plomo lo que llueve. Hay ciertamente individualidades exitosas, en el manejo de negocios de cierta magnitud. Aunque pocos, lo que realmente la gente (inocentemente) les admira es su capacidad para sobrevivir en medio de esta debacle general que nos afecta hoy día. Pero se sorprenderían muchos venezolanos al comprobar que no es esa cabeza visible del “GERENTE EXITOSO” la que mantiene a las pocas empresas venezolanas aún de pie: es la gente comprometida, a todos los niveles, que sigue yendo todos los días a contribuir con su trabajo, efectiva y eficientemente, a pesar de los salarios que se diluyen mediante la acción corrosiva conjunta de la hiperinflación y la devaluación, junto al embate de la ineficiencia, la improductividad y la falta de honradez de muchos de sus compañeros, aupados por una dirigencia sindical mafiosa, que más que representación de los trabajadores, funciona, casi sustantivamente, como banda delincuencial, al amparo de una legislación laboral y de un Estado cómplices.

De modo que no es un “GERENTE EXITOSO” lo que necesita Venezuela. Lo que nos hace falta es un pueblo comprometido con su Patria; que salga del marasmo de la pedigüeñería, de la improductividad y del facilismo. Unos empresarios que crean y piensen en la riqueza nacional, antes de que en su riqueza personal o sí, si es inevitable, que piensen en cómo engrosando su riqueza personal, puedan engrosar la riqueza nacional. Necesitamos que esos muchachos buenos profesionales y que luchan como anónimos diariamente frente a la desidia, la flojera, la corrupción y la sinvergüenzura, sean reconocidos por líderes más que “jefes”. Necesitamos gente de calidad, que quiera a Venezuela como a una madre buena y no como a una prostituta de oportunidad, para saciar lo más bajo de sus instintos. Acaso más que un GERENTE: un PUEBLO TRABAJADOR Y COMPROMETIDO MAYORITARIAMENTE...

sábado, 2 de diciembre de 2017

Sobre Rafael, Nicolás, Cilia y los acomodos del “Madurociliato”: una disquisición más.



En el año 2013, la Universidad de Carabobo, en Venezuela, tuvo la gentileza de hacer público un trabajo de este servidor y, posteriormente, ese mismo trabajo fue publicado por iniciativa propia en el site de internet que lleva por nombre Academia.edu Weekly Digest. El trabajo en referencia se intituló en su momento “LA CELULA PENTAGONAL DE PODER. UNA MIRADA INTERDlSCIPLlNARlA A LA DEFORMACION INSTITUCIONAL EN VENEZUELA”. Allí pretendimos hacer una explicación científica, desde la Teoría Política, la Filosofía y la Historia Política contemporánea de Venezuela, de nuestra ya casi inveterada deformación institucional (la evidencia empírica disponible parece demostrarlo), lastre del que siempre nos hemos quejado y que pareciese acompañarnos durante nuestros 187 años de vida independiente.

Sostuvimos entonces (y lo seguimos haciendo) que la presencia de líderes carismáticos dominadores han signado nuestro devenir histórico-político, colocándose aquellos al centro de una célula pentagonal generatriz como núcleo, a cuyos lados (cinco y de allí la referencia geométrica de la forma celular), se colocan personajes (cuya génesis y existencia se derivan del líder) y que, en número de cinco, reiteramos, son sus guardianes, agentes tributarios, ayudantes, acólitos y seguidores a ultranza, bien sea por convicción, interés o conveniencia política.

El Ideólogo, el Romántico, el Político de Oficio, el Soldado y el Negociante- Aventurero representan a esos cinco personajes. No queriendo sabotear a potenciales lectores de mi humilde trabajo (uno de los premios más preciados de todo investigador-académico es que, al menos, le lean uno sus trabajos alguna vez), apelo a la concreción que exigen estos tiempos informáticos digitales, para describirles a estos cinco sujetos. El Ideólogo es aquel que convierte en ideología, la retórica de ocasión del líder carismático. Cualquier palabra, cita, discurso o párrafo suelto, es interpretado por aquel como suerte de doctrina, creación que bien pudiese trascender al tiempo y a la propia idea.[1]

El Romántico, quien comparte vértice con el anterior, corresponde a aquel que sigue ciegamente al líder carismático; quien lo mira como un padre, un hermano, un compadre e incluso, lo sueña como amante (en un mundo contemporáneo de fronteras borrosamente difusas entre él y ella, puede interpretarse este papel como guste al lector); comparte no solo su pensamiento e ideas, sino también sus formas de vestir, hablar y hasta caminar. Corresponden al Romántico (visto este último desde la definición decimonónica del término, esto es, como aquel que sueña con un pasado redivivo por sus antiguas glorias[2]), las lágrimas, los cánticos, los gritos, las consignas y las banderas al viento. Cuando el líder vive, el Romántico presto está a acompañarlo al mismísimo infierno si fuera necesario; cuando muere, lo hace santo de su devoción y se convierte en su más celoso “albacea ideológico”. Tiene la “obsesión por el legado” sin importar lo que esto signifique. A la hora de la confrontación, representa gustoso el papel de “carne de cañón”.

Ideólogos y Románticos casi siempre marchan juntos, pudiendo incluso existir Románticos-Ideólogos o Ideólogos-Románticos. Consustanciales a la célula pentagonal de poder del líder carismático, no ejercen sin embargo poder fáctico, salvo que sea por cesión temporal del líder. Los Románticos harán antesalas; pulularán en las casas del partido o languidecerán en las plazas y calles esperando el respectivo mitin; mientras los Ideólogos, escribirán, publicarán, asistirán a entrevistas, opinarán, constituirán cátedras y defenderán en conversaciones de altura, la ideología en formación, la Revolución, si de esta se tratase, y, en última instancia, “el legado” cuando el líder se haya marchado, no importa a que destino final. Ambos reivindican la honra de ese “legado”.

Los otros tres personajes representan el poder fáctico del líder carismático y en el colmo de la arrogancia, pretenden sustituirlo. Se trata del Político de Oficio, el Soldado y el Negociante-Aventurero. Max Weber en su ensayo titulado “El Político y el Científico”, ensayo por cierto surgido de una conferencia que dictase en 1919, define al Político de Oficio como aquel que vive “de y para la política”, entendiendo a esta última como “la forma de distribuir poder entre las distintas configuraciones políticas”. La concepción en la que entendemos este personaje, es la que comúnmente se establece como “operador político”. De forma más sencilla: este es el organismo de la célula generatriz del líder carismático que maneja las operaciones políticas, así como los temas (álgidos o no) que tengan que ver con la “distribución de poder”. Negocia, administra y decide esa “distribución de poder”, en lugar del líder carismático únicamente por comisión de aquel, influenciando sin embargo sus decisiones “con el consejo y la recomendación oportuna”; y como vive “para” esa forma de política, así construye su oficio en la cotidianidad. De manera que, permanentemente, el Político de Oficio urde, vaticina, opina, construye y destruye carreras, garantizándose en el camino la consolidación de su propio poder, porque de alguna manera se asocia a los “triunfos y las derrotas” de quienes rodean la célula generatriz del líder. También, como vive “de” esta suerte de política, se hace de su respectivo y sustantivo “estipendio” por su “lealtad” o “por sus invaluables buenos oficios”. El Político de Oficio construye “alianzas por intereses comunes” con Soldados y Negociantes.

El Soldado requiere de corta presentación. Se trata del Militar Profesional al servicio del líder carismático, antes que a su componente respectivo y al interior de la institución armada. Signado por los tres metales, esto es, acero, plomo y plata, se conforma con ingencia de los tres, vale decir, buen equipamiento, suficiente figuración interna y “estipendio sustantivo” por cualquier vía. Es a este tiempo, lo que las legiones romanas fueran a sus generales, en el otrora Imperio Romano.

Y, finalmente, el Negociante-Aventurero, es el que provee de negocios lucrativos a todos; opera frente a las llamadas “fuerzas vivas” representando al líder y su pensamiento; maneja el correaje de distribución material de prebendas externas al poder político y en el tránsito, se hace de una magnífica tajada patrimonial. Hace rico al Soldado con las comisiones por contratos de equipamiento; pone a valer al Político de Oficio, negociando la consecución de prebendas para terceros o la facilitación de contratos millonarios con la administración pública, mediante su intermediación con el “Jefe”. Y finalmente consigue la intermediación oportuna para el suministro de las “banderitas, afiches y pancartas” para los Románticos, así como las empresas editoriales, relaciones y lugares de reunión para la difusión pública, tarea imprescindible para los Ideólogos y su objetivo estratégico esencial: la propagación de la ideología.

Estos “tipos”, usando el vocablo en su acepción científica, pueden ser puros o combinados. Ya citamos un par de combinaciones de Románticos-Ideólogos y pudiéramos decir que son de fácil inferencia, los Políticos de Oficio-Negociantes, los Soldados-Negociantes, los Negociantes-Soldados, los Políticos de Oficio-Soldados; y las especies intermedias escasas respecto de nuestras propias definiciones, como por ejemplo, los Soldados-Románticos o Ideólogos-Soldados. Desde nuestra perspectiva hay intersecciones vacías: Ideólogo-Negociante o Romántico-Negociante y las imposibles (y precisamente por eso vacías): Político de Oficio- Romántico o su contraparte Romántico-Político de Oficio.

Hemos hecho esta introducción teórica esencial para entrar en el tema que nos ha motivado a escribir este artículo, esto es, el “viraje moral” del Madurociliato y que nos sorprende “sorprenda” a algunos colegas y relacionados. El Presidente Nicolás Maduro Moros y su esposa, Primera Combatiente Cilia Flores, tratan de construir su propia célula pentagonal de poder, colocándose ambos en una suerte de “núcleo compartido” y generando la existencia de los 5 personajes referidos. Pero una célula generatriz no puede construirse sobre los restos de la anterior.

Nicolás Maduro no es un líder carismático; su antecesor, padre, mentor y quien le ungiese para ocupar su lugar, definitivamente sí. No puede construirse una célula pentagonal propia sobre “lealtades” que no le pertenecen y, lo que es peor, no ha logrado capitalizar con su gestión. Con la popularidad interna más baja que liderazgo en el PSUV tenga, tiene que ir “destruyendo” la célula anterior por alguna vía. Comenzó con los “líderes históricos del chavismo primigenio”, por ejemplo, los Profesores Giordanni y Navarro; más tarde marginó a Maria Cristina Iglesias y luego lo ha hecho con otros connotados líderes originales. Minimizó el papel de los más “fieles a Chávez”, hasta reducirlos a cero, como el caso de Julián Isaías Rodríguez y ha potenciado y privilegiado a quienes, al final, no recibían del “Jefe” más que reclamos y reconvenciones, como son los casos de Jorge y Delcy Rodríguez.

En la célula pentagonal de poder de Chávez, el ingeniero Rafael Ramírez Carreño ocupaba un vértice fundamental entre el Negociante-Aventurero y el Político de Oficio, artes que por cierto pule en su tránsito de 12 años por la administración pública chavista. Se transforma en la figura política-técnica más importante para Hugo Chávez, luego de la desaparición, administrativa y también política, del Doctor Alí Rodriguez Araque. Rafael no solo maneja el asunto petrolero, sino es el artífice de la PDVSA “roja,rojita” . Es además el que transforma la empresa petrolera venezolana en suerte de “retablo de las maravillas” retóricas de Chávez, haciéndolas “pinturas” materiales y llevando a la estatal petrolera de empresa dedicada con exclusividad a la industria de exploración, explotación, refinación y comercialización de hidrocarburos, a comercializadora de alimentos, así como de bienes y servicios varios.

Ambicioso de dinero en extremo, como le viniese de origen familiar, construye un entorno de Negociantes Aventureros, en su propio ángulo de la célula generatriz, que en contubernio con Políticos de Oficio que le son tributarios, terminan por construir una verdadera retícula oligárquica a nivel del poder político-industrial-comercial, bajo “el amparo o acaso la vista gorda del Jefe”, ocupado más en sus afanes de “integración continental bolivariana” o “trascendencia histórica libertaria revolucionaria”.
Y cuando el fantasma de la “guerra asimétrica” aparece en la mente calenturienta del líder carismático (una condición mental que en el zenit de su gloria, parece afectar en todo ser que se precie de tal condición), Rafael está allí para hacer la “arquitectura financiera necesaria” para salvaguardar los recursos imprescindibles, inmanentes al sostenimiento de una “larga guerra de resistencia”.

Pero cuando está por decidirse “el apóstol definitivo” que deberá llevar la predicación del evangelio de la “Iglesia Roja-Rojita”, en la eventualidad de que el Jefe tuviese que partir “a otros destinos”, junto al líder carismático están sus opciones; una de ellas es Rafael. Pero en extremo ambicioso de plata, el Jefe no lo favorece y, ¡Horror!, otorga su “bendición lunar” a quien Rafael siempre trató con particular displicencia por sus “poquísimas dotes intelectuales”. Y allí empezó “el tira y encoje” hasta que le llegó su hora.

Elías Jaua Milano y Jorge Arreaza Montserrat, estuvieron dentro de las opciones, pero Ideólogos-Románticos en un principio, para volverse a fuer de “praxis” Ideólogos-Políticos de Oficio, no tenían ni el arrastre, ni el liderazgo interno para heredar el “báculo-cetro”. El Madurociliato los ha convertido en “Ministros y líderes”, en todas aquellas funciones que les gustan y les son propias: la oratoria revolucionaria y la predicación del “legado”. Poco a poco, lentamente, como la canción de Aldemaro Romero, el Madurociliato ha ido neutralizando a Elías y a Jorge, quienes sin querer o acaso queriendo, perdieron toda figuración política y se han hecho “viejos” en su retórica revolucionaria. Figuras tan grises como Erika Farías Peña y Hugbel Roa, fieles incondicionales del Madurociliato, los han ido sustituyendo en el ánimo de los seguidores del PSUV.

Quedaban solamente Rafael y el contrincante más duro por su ascendiente y su arrastre interno: Diosdado Cabello Rondón. “Extrañados convenientemente de la Patria” entre cargos rimbombantes y lujos desenfrenados, Rafael Ramírez Carreño, junto a la hija de Chávez, Maria Gabriela, “La Gaby” como la llamaba su padre, el Madurociliato habría neutralizado a sus potenciales contrincantes más fuertes: Rafael y su ambición, junto a “La Gaby” y sus recientes aspiraciones a lo Keyko Fujimori. El 24 de agosto de este año, Maduro entrega todo el manejo de la política petrolera a dos incondicionales de Rafael: Eulogio del Pino y Nelson Martínez. Cuatro meses más tarde, los pone presos, hace correr el rumor de la destitución de Rafael como embajador ante la ONU y lo expone como “capo di tutti capi” de una suerte de “mafia político familiar” propia del más hábil de los Negociantes-Aventureros. Una jugada que “de enroque corto” como el mismo Maduro calificó el nombramiento de Del Pino y Martínez ese 24 de agosto, pasó a ser una especie de “jaque al Rey” esta semana que termina.

Estas ocurrencias no dudamos en calificarlas como “acomodos del Madurociliato” en su avance inexorable hacia el poder, ofensiva que logra, sin duda eficientemente, utilizando a su pequeño grupo de prebendados ( Políticos de Oficio y Negociantes-Aventureros, a los que se les suman cada vez mayor cantidad de aspirantes y moribundos del viejo chavismo, ateridos por el frío del terror, ergo, Aristóbulo Istúriz Almeida), las ventajas que ofrece la primera magistratura nacional y sus “legiones romanas” militares venezolanas (Soldados), financiadas por y con un “inmenso botín de guerra” al que habría que sumarle la joya de la corona: Petróleos de Venezuela, esta semana también entregada a un militar y de la Guardia Nacional Bolivariana, los auténticos pretores del régimen.

Solo falta uno: Diosdado Cabello Rondón….¿Qué le tendrá el Madurociliato preparado de sorpresa?…Shangó dirá a su santera locumí presidencial...o tal vez el espíritu de Satia Sai Baba...



[1] Para precisar el concepto actual de “Ideología Política”, siendo de por sí de compleja naturaleza polisémica, me permito recomendar el trabajo del Dr. Guillermo Tell Aveledo Coll, que corre inserto del texto titulado “Desarmando el modelo”, que coordinase el Dr. Diego Bautista Urbaneja. El trabajo del Dr. Aveledo Coll lleva por nombre “Fundamentos ideológicos del Chavismo”. Brillante y escuetamente, como son sus procederes escriturales, el Dr. Aveledo Coll ofrece una amplia definición sobre “Ideología Política”. El trabajo puede hallarse en https://unimet.academia.edu/GuillermoAveledo.
[2] Para precisar este término sugiero leer los trabajos sobre el particular, que son de la autoría del Dr. Florencio Hubeñak, de la Universidad de Buenos Aires y resultan también hallables en este mundo inmarcesible que parece ser el o la internet.