En el año 2013, la
Universidad de Carabobo, en Venezuela, tuvo la gentileza de hacer público un
trabajo de este servidor y, posteriormente, ese mismo trabajo fue publicado por
iniciativa propia en el site de internet que lleva por nombre Academia.edu
Weekly Digest. El trabajo en referencia se intituló en su momento “LA
CELULA PENTAGONAL DE PODER. UNA MIRADA INTERDlSCIPLlNARlA A LA DEFORMACION
INSTITUCIONAL EN VENEZUELA”. Allí pretendimos hacer una explicación
científica, desde la Teoría Política, la Filosofía y la Historia Política
contemporánea de Venezuela, de nuestra ya casi inveterada deformación
institucional (la evidencia empírica disponible parece demostrarlo), lastre del
que siempre nos hemos quejado y que pareciese acompañarnos durante nuestros 187
años de vida independiente.
Sostuvimos
entonces (y lo seguimos haciendo) que la presencia de líderes carismáticos
dominadores han signado nuestro devenir histórico-político, colocándose
aquellos al centro de una célula pentagonal generatriz como núcleo, a cuyos
lados (cinco y de allí la referencia geométrica de la forma celular), se
colocan personajes (cuya génesis y existencia se derivan del líder) y que, en
número de cinco, reiteramos, son sus guardianes, agentes tributarios, ayudantes,
acólitos y seguidores a ultranza, bien sea por convicción, interés o
conveniencia política.
El Ideólogo,
el Romántico, el Político de Oficio, el Soldado y el Negociante- Aventurero representan a esos cinco personajes. No queriendo
sabotear a potenciales lectores de mi humilde trabajo (uno de los premios más
preciados de todo investigador-académico es que, al menos, le lean uno sus
trabajos alguna vez), apelo a la concreción que exigen estos tiempos
informáticos digitales, para describirles a estos cinco sujetos. El Ideólogo
es aquel que convierte en ideología, la retórica de ocasión del líder
carismático. Cualquier palabra, cita, discurso o párrafo suelto, es
interpretado por aquel como suerte de doctrina, creación que bien pudiese
trascender al tiempo y a la propia idea.[1]
El Romántico,
quien comparte vértice con el anterior, corresponde a aquel que sigue
ciegamente al líder carismático; quien lo mira como un padre, un hermano, un
compadre e incluso, lo sueña como amante (en un mundo contemporáneo de
fronteras borrosamente difusas entre él y ella, puede interpretarse este papel
como guste al lector); comparte no solo su pensamiento e ideas, sino también
sus formas de vestir, hablar y hasta caminar. Corresponden al Romántico
(visto este último desde la definición decimonónica del término, esto es, como
aquel que sueña con un pasado redivivo por sus antiguas glorias[2]), las lágrimas, los cánticos, los
gritos, las consignas y las banderas al viento. Cuando el líder vive, el Romántico
presto está a acompañarlo al mismísimo infierno si fuera necesario; cuando
muere, lo hace santo de su devoción y se convierte en su más celoso “albacea
ideológico”. Tiene la “obsesión por el legado” sin importar lo
que esto signifique. A la hora de la confrontación, representa gustoso el papel
de “carne de cañón”.
Ideólogos y
Románticos casi siempre marchan
juntos, pudiendo incluso existir Románticos-Ideólogos o Ideólogos-Románticos.
Consustanciales a la célula pentagonal de poder del líder carismático, no
ejercen sin embargo poder fáctico, salvo que sea por cesión temporal del líder.
Los Románticos harán antesalas; pulularán en las casas del partido o
languidecerán en las plazas y calles esperando el respectivo mitin; mientras los
Ideólogos, escribirán, publicarán, asistirán a entrevistas, opinarán,
constituirán cátedras y defenderán en conversaciones de altura, la ideología en
formación, la Revolución, si de esta se tratase, y, en última instancia, “el
legado” cuando el líder se haya marchado, no importa a que destino final.
Ambos reivindican la honra de ese “legado”.
Los otros tres
personajes representan el poder fáctico del líder carismático y en el colmo de
la arrogancia, pretenden sustituirlo. Se trata del Político de Oficio, el
Soldado y el Negociante-Aventurero. Max Weber en su ensayo titulado “El
Político y el Científico”, ensayo por cierto surgido de una conferencia
que dictase en 1919, define al Político de Oficio como aquel que vive “de
y para la política”, entendiendo a esta última como “la forma de
distribuir poder entre las distintas configuraciones políticas”. La
concepción en la que entendemos este personaje, es la que comúnmente se
establece como “operador político”. De forma más sencilla: este es el
organismo de la célula generatriz del líder carismático que maneja las
operaciones políticas, así como los temas (álgidos o no) que tengan que ver con
la “distribución de poder”. Negocia, administra y decide esa “distribución
de poder”, en lugar del líder carismático únicamente por comisión de
aquel, influenciando sin embargo sus decisiones “con el consejo y la
recomendación oportuna”; y como vive “para” esa forma de
política, así construye su oficio en la cotidianidad. De manera que,
permanentemente, el Político de Oficio urde, vaticina, opina,
construye y destruye carreras, garantizándose en el camino la consolidación de
su propio poder, porque de alguna manera se asocia a los “triunfos y las
derrotas” de quienes rodean la célula generatriz del líder. También, como
vive “de” esta suerte de política, se hace de su respectivo y
sustantivo “estipendio” por su “lealtad” o “por sus
invaluables buenos oficios”. El Político de Oficio construye “alianzas
por intereses comunes” con Soldados y Negociantes.
El Soldado
requiere de corta presentación. Se trata del Militar Profesional al
servicio del líder carismático, antes que a su componente respectivo y al
interior de la institución armada. Signado por los tres metales, esto es, acero,
plomo y plata, se conforma con ingencia de los tres, vale decir, buen
equipamiento, suficiente figuración interna y “estipendio sustantivo”
por cualquier vía. Es a este tiempo, lo que las legiones romanas fueran a sus
generales, en el otrora Imperio Romano.
Y, finalmente, el Negociante-Aventurero,
es el que provee de negocios lucrativos a todos; opera frente a las llamadas “fuerzas
vivas” representando al líder y su pensamiento; maneja el correaje de
distribución material de prebendas externas al poder político y en el tránsito,
se hace de una magnífica tajada patrimonial. Hace rico al Soldado con
las comisiones por contratos de equipamiento; pone a valer al Político de
Oficio, negociando la consecución de prebendas para terceros o la
facilitación de contratos millonarios con la administración pública, mediante
su intermediación con el “Jefe”. Y finalmente consigue la
intermediación oportuna para el suministro de las “banderitas, afiches y
pancartas” para los Románticos, así como las empresas editoriales,
relaciones y lugares de reunión para la difusión pública, tarea imprescindible
para los Ideólogos y su objetivo estratégico esencial: la
propagación de la ideología.
Estos “tipos”,
usando el vocablo en su acepción científica, pueden ser puros o combinados. Ya
citamos un par de combinaciones de Románticos-Ideólogos y pudiéramos
decir que son de fácil inferencia, los Políticos de Oficio-Negociantes,
los Soldados-Negociantes, los Negociantes-Soldados, los Políticos
de Oficio-Soldados; y las especies intermedias escasas respecto de
nuestras propias definiciones, como por ejemplo, los Soldados-Románticos
o Ideólogos-Soldados. Desde nuestra perspectiva hay intersecciones
vacías: Ideólogo-Negociante o Romántico-Negociante y las
imposibles (y precisamente por eso vacías): Político de Oficio- Romántico o
su contraparte Romántico-Político de Oficio.
Hemos hecho esta
introducción teórica esencial para entrar en el tema que nos ha motivado a
escribir este artículo, esto es, el “viraje moral” del Madurociliato y
que nos sorprende “sorprenda” a algunos colegas y relacionados. El
Presidente Nicolás Maduro Moros y su esposa, Primera Combatiente Cilia
Flores, tratan de construir su propia célula pentagonal de poder, colocándose
ambos en una suerte de “núcleo compartido” y generando la existencia
de los 5 personajes referidos. Pero una célula generatriz no puede construirse
sobre los restos de la anterior.
Nicolás Maduro no
es un líder carismático; su antecesor, padre, mentor y quien le ungiese para
ocupar su lugar, definitivamente sí. No puede construirse una célula pentagonal
propia sobre “lealtades” que no le pertenecen y, lo que es peor, no ha
logrado capitalizar con su gestión. Con la popularidad interna más baja que
liderazgo en el PSUV tenga, tiene que ir “destruyendo” la célula
anterior por alguna vía. Comenzó con los “líderes históricos del chavismo
primigenio”, por ejemplo, los Profesores Giordanni y Navarro; más tarde
marginó a Maria Cristina Iglesias y luego lo ha hecho con otros connotados
líderes originales. Minimizó el papel de los más “fieles a Chávez”,
hasta reducirlos a cero, como el caso de Julián Isaías Rodríguez y ha
potenciado y privilegiado a quienes, al final, no recibían del “Jefe” más que reclamos
y reconvenciones, como son los casos de Jorge y Delcy Rodríguez.
En la célula
pentagonal de poder de Chávez, el ingeniero Rafael Ramírez Carreño ocupaba un
vértice fundamental entre el Negociante-Aventurero y el Político
de Oficio, artes que por cierto pule en su tránsito de 12 años por la
administración pública chavista. Se transforma en la figura política-técnica
más importante para Hugo Chávez, luego de la desaparición, administrativa y
también política, del Doctor Alí Rodriguez Araque. Rafael no solo maneja el
asunto petrolero, sino es el artífice de la PDVSA “roja,rojita” . Es
además el que transforma la empresa petrolera venezolana en suerte de “retablo
de las maravillas” retóricas de Chávez, haciéndolas “pinturas”
materiales y llevando a la estatal petrolera de empresa dedicada con
exclusividad a la industria de exploración, explotación, refinación y
comercialización de hidrocarburos, a comercializadora de alimentos, así como de
bienes y servicios varios.
Ambicioso de
dinero en extremo, como le viniese de origen familiar, construye un entorno de Negociantes
Aventureros, en su propio ángulo de la célula generatriz, que en
contubernio con Políticos de Oficio que le son tributarios, terminan
por construir una verdadera retícula oligárquica a nivel del poder
político-industrial-comercial, bajo “el amparo o acaso la vista gorda del
Jefe”, ocupado más en sus afanes de “integración continental
bolivariana” o “trascendencia histórica libertaria revolucionaria”.
Y cuando el
fantasma de la “guerra asimétrica” aparece en la mente calenturienta
del líder carismático (una condición mental que en el zenit de su gloria,
parece afectar en todo ser que se precie de tal condición), Rafael está allí
para hacer la “arquitectura financiera necesaria” para salvaguardar
los recursos imprescindibles, inmanentes al sostenimiento de una “larga
guerra de resistencia”.
Pero cuando está
por decidirse “el apóstol definitivo” que deberá llevar la predicación
del evangelio de la “Iglesia Roja-Rojita”, en la eventualidad de que
el Jefe tuviese que partir “a otros destinos”, junto al líder
carismático están sus opciones; una de ellas es Rafael. Pero en extremo
ambicioso de plata, el Jefe no lo favorece y, ¡Horror!, otorga su “bendición
lunar” a quien Rafael siempre trató con particular displicencia por sus “poquísimas
dotes intelectuales”. Y allí empezó “el tira y encoje” hasta que
le llegó su hora.
Elías Jaua Milano
y Jorge Arreaza Montserrat, estuvieron dentro de las opciones, pero Ideólogos-Románticos
en un principio, para volverse a fuer de “praxis” Ideólogos-Políticos
de Oficio, no tenían ni el arrastre, ni el liderazgo interno para heredar
el “báculo-cetro”. El Madurociliato los ha convertido en “Ministros
y líderes”, en todas aquellas funciones que les gustan y les son propias: la
oratoria revolucionaria y la predicación del “legado”. Poco a poco,
lentamente, como la canción de Aldemaro Romero, el Madurociliato ha ido
neutralizando a Elías y a Jorge, quienes sin querer o acaso queriendo,
perdieron toda figuración política y se han hecho “viejos” en su
retórica revolucionaria. Figuras tan grises como Erika Farías Peña y Hugbel
Roa, fieles incondicionales del Madurociliato, los han ido sustituyendo en el
ánimo de los seguidores del PSUV.
Quedaban solamente
Rafael y el contrincante más duro por su ascendiente y su arrastre interno:
Diosdado Cabello Rondón. “Extrañados convenientemente de la Patria”
entre cargos rimbombantes y lujos desenfrenados, Rafael Ramírez Carreño, junto
a la hija de Chávez, Maria Gabriela, “La Gaby” como la llamaba su
padre, el Madurociliato habría neutralizado a sus potenciales contrincantes más
fuertes: Rafael y su ambición, junto a “La Gaby” y sus recientes
aspiraciones a lo Keyko Fujimori. El 24 de agosto de este año, Maduro entrega
todo el manejo de la política petrolera a dos incondicionales de Rafael: Eulogio del
Pino y Nelson Martínez. Cuatro meses más tarde, los pone presos, hace correr el
rumor de la destitución de Rafael como embajador ante la ONU y lo expone como “capo
di tutti capi” de una suerte de “mafia político familiar” propia
del más hábil de los Negociantes-Aventureros. Una jugada que “de
enroque corto” como el mismo Maduro calificó el nombramiento de Del Pino y Martínez ese 24 de agosto, pasó
a ser una especie de “jaque al Rey” esta semana que termina.
Estas ocurrencias
no dudamos en calificarlas como “acomodos del Madurociliato” en su
avance inexorable hacia el poder, ofensiva que logra, sin duda eficientemente,
utilizando a su pequeño grupo de prebendados ( Políticos de Oficio y Negociantes-Aventureros, a los que se les suman cada vez
mayor cantidad de aspirantes y moribundos del viejo chavismo, ateridos por el
frío del terror, ergo, Aristóbulo Istúriz Almeida), las ventajas que ofrece la
primera magistratura nacional y sus “legiones romanas” militares
venezolanas (Soldados), financiadas por y con un “inmenso botín de guerra” al
que habría que sumarle la joya de la corona: Petróleos de Venezuela, esta
semana también entregada a un militar y de la Guardia Nacional Bolivariana, los auténticos
pretores del régimen.
Solo falta uno:
Diosdado Cabello Rondón….¿Qué le tendrá el Madurociliato preparado de sorpresa?…Shangó
dirá a su santera locumí presidencial...o tal vez el espíritu de Satia Sai Baba...
[1] Para precisar el concepto
actual de “Ideología Política”, siendo de por sí de compleja
naturaleza polisémica, me permito recomendar el trabajo del Dr. Guillermo Tell
Aveledo Coll, que corre inserto del texto titulado “Desarmando el modelo”,
que coordinase el Dr. Diego Bautista Urbaneja. El trabajo del Dr. Aveledo Coll
lleva por nombre “Fundamentos ideológicos del Chavismo”. Brillante y
escuetamente, como son sus procederes escriturales, el Dr. Aveledo Coll ofrece una
amplia definición sobre “Ideología Política”. El trabajo puede
hallarse en https://unimet.academia.edu/GuillermoAveledo.
[2] Para precisar este término
sugiero leer los trabajos sobre el particular, que son de la autoría del Dr.
Florencio Hubeñak, de la Universidad de Buenos Aires y resultan también
hallables en este mundo inmarcesible que parece ser el o la internet.