Cuando iniciamos este blog
hicimos referencia a que trabajaríamos la interdisciplinariedad como recurso de
interpretación de la realidad. Del mismo modo, hicimos saber que publicaríamos,
desde esa óptica, nuestras reflexiones propias acerca de recortes también
específicos de nuestra realidad venezolana.
El artículo que presentaremos a continuación, representa un ejercicio en
esa dirección.
El Profesor Luis Pedro España, sociólogo de la Universidad Católica Andrés Bello, ubicada en Caracas, República Bolivariana de Venezuela, es posiblemente y con mucho uno de los más importantes expertos en pobreza de nuestro país. Ha dedicado toda su vida como investigador y docente a la pobreza como fenómeno económico y social. Solo estos expertos, desde mi muy humilde óptica como científico social también, pueden opinar con certeza y precisión sobre el tema, cuando se aborda desde el punto de vista científico-formal.
Nosotros intentaremos hacerlo
desde la Teoría de Conjuntos, acaso siendo en extremo libérrimos en la creación
de definiciones propias y el
establecimiento de relaciones también de propio
cuño, para tratar de comprender, a
motus propio, el comportamiento que se deriva de nuestra pobreza y la
incertidumbre política que de ella termina derivándose. Es apenas un ejercicio
teórico interdisciplinario que no pretende, ni pretenderá jamás, equipararse a
los muchos estudios realizados por España, sus discípulos y los institutos de
investigación con departamentos especializados sobre el tema. Es, en
definitiva, más que una formulación formal, una reflexión teórica personal.
Uno de los axiomas de la Teoría
de Conjuntos (desde aquella formulada por Georg Cantor) es la “Intersección”. Dice Cantor que dados al
menos dos conjuntos, A y B, si ambos tienen elementos comunes, existe un tercer
conjunto C tal que C contiene los elementos comunes a los conjuntos A y B. La Intersección de dos conjuntos que no tienen elementos comunes será por
definición “vacía”. La Intersección
puede extenderse, por inducción, a “n”
conjuntos, uno de los grandes prodigios, precisamente, del Principio de Inducción Matemática.
Así las cosas, consideremos a la Pobreza
como un gran conjunto que designaremos como el conjunto P.
En otro orden de ideas, partamos de la convención
simplista, para reducir las formas de aproximación, de que quienes estamos
leyendo este artículo sabemos y
entendemos por pobreza a la carencia, total o parcial, de bienes y
servicios, así como la ausencia también total o parcial, de las posibilidades de acceso
a aquellos. La evidencia empírica permite arriesgarnos entonces a colegir
que la pobreza venezolana tiene, al menos, tres expresiones esenciales: la pobreza material, la pobreza cultural y
la pobreza social. Pidiendo de nuevo mil disculpas a España (a Luis Pedro que
no al Reino, del cual salimos, mucha sangre mediante y finalmente, en 1821), definimos como Pobreza Material a aquella forma de pobreza donde existe la carencia
necesaria y suficiente de bienes materiales así como la ausencia total o
parcial de los medios para tener acceso a aquellos. La pobreza material se
manifiesta, empíricamente, en la carencia de bienes o de los medios para
obtenerlos.
En una sociedad estructurada
sobre la base del Poder como motivación como es la venezolana, de acuerdo a
nuestra postura teórica como investigadores en Ciencia Política (basada en la
Teoría de las Tres Motivaciones de David McLelland y en los trabajos de la
Profesora Rosario Fonseca (LUZ), del
Doctor Oscar Romero García (ULA) y los Doctores Roberto de Vries y Luis
Vetencourt (UCV) ), las motivaciones
esenciales de quienes hacemos parte de ella son el Mando, la Riqueza y el Reconocimiento, mismo que se deriva de la
posesión de las dos primeras. De manera que el individuo tratará de buscar el Reconocimiento por la vía de la posesión
de Riqueza o de Mando o de ambas.
Vale decir, desde nuestra aproximación en Teoría de Conjuntos, que la intersección de los Conjuntos Mando,
Riqueza y Reconocimiento, y desde una visión paralelamente equivalente de Anthony
Edmonton, representa el conjunto donde radica la Ventaja Competitiva del venezolano que logre las tres
simultáneamente. Los deportistas, los empresarios exitosos, los
profesionales liberales que viven en esta intersección, los políticos de
oficio, los vivos, los corruptos y una última categoría de reciente bautismo
pero de vieja data como son los “pranes", configuran
arquetipos sociales a diferentes niveles. La Riqueza para que sea sujeta de Reconocimiento
debe y tiene que mostrarse. La
exposición de los bienes materiales es fundamental. Quien carece de ellos, no
tiene nada que mostrar y por ende, en una sociedad estructurada sobre la base
del Poder como motivación, la pobreza
material es estigmática en tanto no
admite Reconocimiento alguno al no poder hacer exhibición de bienes materiales.
Valorada como signo de fracaso,
solo mueve a “la caridad y la lástima”,
además de lo que nos atrevemos a definir como el Des-Reconocimiento, una suerte de fuerza que representa el “Reconocimiento Negativo” que en
Venezuela parece estar contenida en solo vocablo, que más allá de tratarse de
una mala palabra, tiene un peso específico notable: “Guevón o Huevón”. Para quien vive en la pobreza material, además de la
indignidad, reduce sus posibilidades de desarrollo en su medio (aún más fuera de él) y convierte a
quien lo posee como mote cotidiano, en individuo beta. La ausencia total o parcial de oportunidades para la consecución de
bienes materiales, se traduce en impotencia que termina moviendo, a los más
imperiosos, a la acción, una suerte de acción para imponerse y así ganarse el
Reconocimiento.
Por pobreza social entendemos la
ausencia parcial o total de oportunidades de surgir o integrase a un medio
social sin uso de la violencia o alguna forma de ella. Reiterando que se
trata de definiciones bien simplistas para reducir complicaciones propias de la
observación, esta clase de pobreza, en el ámbito de una sociedad estructurada
desde la base del Poder, empuja a quien la padece hacia formas de violencia,
que se traducen en la búsqueda del Reconocimiento
(como “forma de participación más
elaborada”) o la simple expresión violenta para “hacerse de un espacio”. La
anomia es la forma más violenta de la pobreza social. En un ejercicio en
primera persona “ante una sociedad que me
ignora, no me queda otro remedio que utilizar la violencia para hacerme notar”.
La pobreza social impele a su paciente a “ser violento” para obtener el Reconocimiento.
La “comprensión de la Ley”, como
instrumento jurídico que debe “obedecerse”
para vivir cumpliendo el pacto de la sana convivencia, así como aquello que llamamos en las sociedades burguesas “buenas costumbres”, representan
abstracciones que no guardan correlato alguno con el medio que rodea de cotidiano a quien padece la pobreza
social. Quien tiene la obligación de
sobrevivir, no puede razonar más allá de su propia supervivencia.
Finalmente y de manera empírica,
tenemos la pobreza cultural, misma que entendemos como la ausencia total
o parcial de medios para obtener alguna forma de patrimonio cultural bien sea
por vía formal (educación e instrucción básica en planteles educativos) o por
vía informal (lectura o acceso a medios informativos o alguna clase de
tecnología de información). Este tipo de pobreza puede ser deformada en su percepción, mediante el uso de medios tecnológicos accesibles al
público u obtenidos por vía violenta, virtud del ejercicio de conductas
impelidas por la pobreza material y la
pobreza social. Y esta última situación nos lleva, de nuevo, a la
aplicación del axioma cantoriano de la Intersección.
Sean la Pobreza Material (Pm), la Pobreza Social (Ps) y la Pobreza Cultural
(Pc) los tres conjuntos que unidos, hacen el conjunto mayor de la Pobreza
(P); en la intersección del conjunto de la
Pobreza Material, la Pobreza Social y la Pobreza Cultural, habitan los
individuos (elementos comunes a los tres conjuntos) afectados por las tres clases de
pobreza. Son aquellos que no tienen
acceso a los bienes materiales o a alguna clase de ellos; los que no tienen
acceso a ninguna forma de educación, solo la que perciben empíricamente y en su
medio de pertenencia, por la vía del comportamiento indispensable para la
supervivencia; y, finalmente, los que carecen de todo medio (o una parte sustantiva de ellos) para insertarse en otro medio social que no sea el socavón de pobreza
al que pertenecieron sus padres, ellos y pertenecerán a futuro sus hijos.
Representan el lumpen para los marxistas; los olvidados para los románticos; los
marginados para los sociólogos y, peor aún, “los don nadie” en una sociedad
estructurada sobre la base del poder.
Sin datos estadísticos para
probarlo, podríamos sin embargo empíricamente observar que cada día se incrementa la población
venezolana que habita en la intersección Pmsc,
esto es, el conjunto que contiene los elementos comunes a las tres pobrezas y, en tal sentido, acaso sea por eso que la
anomia avanza sin remedio. Por otra parte, conviene a la estrategia de
permanencia en el tiempo para quienes hoy detentan el Poder Político, el
incremento de población en la intersección referida. El manejo del discurso del
“odio de clases” es más eficiente y
efectivo. Las interpretaciones
omnicomprensivas y por ello bien simples que ofrecen las ideologías cerradas y
radicales, sirven al propósito de alimentar la necesidad de Reconocimiento que
echan en falta los individuos que habitan en las distintas Pobrezas, con más razón en
su intersección.
Desde esta perspectiva, la incertidumbre política, una categoría
que bien podría definirse como la
ausencia de certidumbre o de la probabilidad de determinar algún valor de
certidumbre respecto del futuro político[1],
se hace cada vez mayor, creciendo en
progresión geométrica a una razón que viene determinada por el factor de
crecimiento de la población de individuos que, días tras día, se incorporan a
la intersección antes definida. Los hechos recientes ocurridos en Ciudad
Bolívar pudiesen ser explicados desde la intersección de las tres pobrezas y la
consecuente confluencia de mayor cantidad de población al espacio de esa
intersección. Más concretamente: la
marcha de la intersección de las tres pobrezas condiciona el incremento de la
incertidumbre política, incertidumbre
que se extiende hacia el futuro real de la nación venezolana…
[1] …entendiendo la política como la forma de
obtener poder político por la vía de la dominación, para luego distribuirlo
entre las diferentes configuraciones políticas…
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