miércoles, 16 de noviembre de 2016

Venezuela: diálogo suma cero

El dialogo y la negociación son actividades para conducir el conflicto hacia el desescalamiento y finalmente a su conclusión. Concretamente la Negociación es un Medio Alterno para la Resolución de Conflictos. [1]  Todo el que se sienta a negociar, lo hace con la intencionalidad de reducir fricciones y de encontrar un camino que evite más pérdidas o, al menos, las conjure. El Árbitro, Negociador o Interviniente de Buena Fe, es un tercer actor que las partes en conflicto introducen como facilitador, en un proceso de negociación y acuerdo, previo y mutuamente concertado.

Pero en el contexto de un conflicto político, que en otro artículo hemos definido como “…aquel que nace de la confrontación por las ideas políticas, sus contenidos, sus constructos orgánicos devenidos en ideologías y aquellos que, simultáneos o no, resulten de la lucha por el poder político…”   acaso el Diálogo (como herramienta básica de la Negociación) y, particularmente la Negociación, como medio alterno de resolución de conflictos, sean vistos, más bien, como estrategias de los jugadores en el contexto de un Juego no Cooperativo de naturaleza Suma Cero.              

Un Juego no Cooperativo de naturaleza Suma Cero en el contexto de la Teoría de Juegos y como dice John Harsanyi, es un cotejo cuya naturaleza supone la existencia de un “derrotado” y un “ganador”. No hay medias tintas: el juego solo concluye cuando alguien grita “victoria”.[2]  El “Diálogo” en Venezuela, esto es, aquel que hoy han iniciado unas contrapartes políticas que más que adversarios encarnan a enemigos jurados desde hace 18 años, pareciera no tener naturaleza negociadora desde la perspectiva de los medios alternos, sino más bien de “estrategia” en el contexto de un juego suma cero. Esta argumentación necesita un ejercicio teórico explicativo.

Una Estrategia en el contexto de la Teoría de Juegos es un curso de acción seleccionado por los jugadores, buscando por esta vía la maximización de sus pagos o, en el peor de los casos, el alcance del maximin (el mínimo pago posible dentro del conjunto de los máximos pagos posibles). En un juego de naturaleza suma cero, el maximin es igual al máximo, vale decir, máximo y mínimo se igualan en un objetivo: la derrota del contrario. En otro orden de ideas, la Mesa de Diálogo puede ser un escenario sutil para continuar el mismo juego de naturaleza no cooperativa: le hago creer al contrario que tengo la intencionalidad de negociar admitiendo algunos “retrocesos” que lucen (o hago lucir como “avances”) y eso lo acompaño con un discurso externo (acaso sin relación con los negociadores específicos sentados en la mesa) de naturaleza contumaz y tono ofensivo, amenazador y retador.

Esta percepción que pareciese resultar un tanto esquizofrénica, obedece sin embargo a la estrategia, también sutil, de hacer aparecer a la contraparte como poco o nada interesada en el diálogo y, por esta vía, debilitar tanto a la parte actora directa como a quienes lo siguen.
Ayuda, en el emprendimiento de este tipo de estrategias, la existencia real de agendas individuales propias, tanto de personas naturales como de organizaciones políticas que nunca apuestan al Diálogo como herramienta dentro de la Negociación como medio alterno de resolución de conflictos, posiblemente porque atenta contra la obtención de “maximins” en otros juegos o en el propio juego político de las partes inmersas en el conflicto político. Así, el Diálogo se transforma de “medio alterno” en “estrategia” y se configura más bien como un “Diálogo suma cero”, esto es, su intencionalidad es reducir y neutralizar de tal manera al contrario (entendiendo por “contrario” a cualquiera de las partes) que este termine siendo, mediante el uso aparente de un medio alterno de resolución de conflictos, indefectiblemente derrotado, bien mediante la pérdida de credibilidad o, acaso, mediante su debilitamiento interno o  su propia implosión, de tratarse de un grupo o una organización partidaria.

El llamado “Diálogo” en Venezuela parece estar calzando esos zapatos. Mientras unos negociadores llegan a acuerdos aparentes y se comprometen a su cumplimiento, los discursos propalados al público en general, tanto de los negociadores propiamente dichos, como aquellos de importantes actores en ambos bandos, pasan de ser “conciliatorios y acompañantes del proceso” a “contumaces promotores de la confrontación”, sin importar el costo que esta tenga. Con independencia de que esa parece ser la dinámica de todo proceso de esta naturaleza, resulta sorprendente como en un mismo “bando”, las posiciones sean tan extremas. Mientras en uno se habla de cumplir con lo acordado, en ese mismo bando se habla de “pararse de la mesa” si en apenas un par de días no se logran “resultados materiales contundentes”. Al otro lado, se presentan fotografías y grabaciones, obtenidas mediante fisgoneos ilegales, para probar que “la otra parte” no tiene interés en cumplir con los acuerdos a los que se arriben.

Ejemplos palmarios de estas conductas los vemos, por parte de la oposición, en los ejercicios discursivos de algunos de sus actores. El alcalde Carlos Ocariz, miembro activo de la mesa en representación de la oposición, tiene una postura morigerada y ofrece dar cumplimiento a los acuerdos, pero deja abierta la posibilidad de una confrontación por otra vía. Mientras en su mismo “bando” los diputados Freddy Guevara y Juan Requesens, ambos militantes de toldas distintas dentro de la llamada Unidad (Voluntad Popular y Primero Justicia) amenazan con  la calle si no hay logros concretos, aun habiendo existido solamente dos reuniones. Al propio tiempo y en un mismo día, desde la misma tolda del diputado Guevara, la Sra. Lilian Tintori (esposa del “máximo líder” de Voluntad Popular) anuncia, de una vez, que el diálogo fracasó.

Del lado del chavismo gobernante, el alcalde Jorge Rodríguez, manifiesta la voluntad indeclinable del gobierno y su partido, de cumplir todos y cada uno de los acuerdos alcanzados “al pie de la letra” mientras el diputado Diosdado Cabello Rondón, Primer Vicepresidente del PSUV, insiste en la “mala voluntad” de su contraparte, presentando como pruebas irrefragables fotos, videos y pláticas grabadas de las partes actorales, durante las “conversaciones privadas” de la mesa, convicción que, para todos los espectadores de la opinión nacional, apunta a que son de naturaleza aparentemente “secreta”. En fin, el diálogo parece ser más “estrategia” que herramienta dentro de un “medio de resolución de conflictos” y en el contexto de un juego suma cero, poco o nada, respecto del escalamiento, puede esperarse. Ya veremos que nos depara el futuro, pero el ulular del viento presagia tormenta…



[1] JANSEN RAMÍREZ, Víctor G; Control social y medios alternos para solución de conflictos. Valencia, 2008. Universidad de Carabobo.
[2]  “But there are also other possibilities. For example, any two-person game can be treated as a two-person zero-sum game if there are only two possible outcomes for each player, say, "victory" and "defeat" - with no possibility for "larger" or "smaller" victories and defeats. In such a case no special linearity assumption is needed concerning the players' utility functions in order to assure the zero-sum property, because we can always assign the utility v = +1 to "victory" and the utility d = -1 to defeat, making their joint payoff u identically zero, as u = v + d -(+l)+(-l) = 0.” Harsanyi, John; Rational behavior and bargaining equilibrium in games and social situation. CAMBRIDGE UNIVERSITY PRESS. New York, 1977. Pág.99.

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