El conflicto es inmanente a la
naturaleza humana. Confrontación de intereses; colisión de puntos de vista
sobre una misma materia; diferencias perceptuales mutuamente excluyentes;
aspiraciones de poder a contravía. Miles son las razones que suponen el
conflicto entre humanos y desafortunada o afortunadamente, motor de la
evolución, aún en sus peores momentos.
El Profesor Eduard Vinyamata
Camps, catedrático de la Universidad Libre de Cataluña, dice del conflicto que
se trata de “lucha, desacuerdo,
incompatibilidad aparente, confrontación de intereses, percepciones o actitudes
hostiles entre dos o más partes…” y agrega “…los conflictos se relacionan con la satisfacción de las necesidades…”[1].
Por su parte, Coser, en 1956, establece el conflicto como una lucha de
valores y aspiraciones entre dos o más partes cuyo objetivo es (y así lo
declara expresamente) “…neutralizar,
herir o eliminar a sus rivales”.
Deustch, quince años más tarde
(1971), indica que el conflicto hace su aparición cuando las partes tienen “…actividades incompatibles…”,
definiendo como acto incompatible todo aquel que hace menos probable la
existencia o el resultado eficaz de otro equivalente, realizado en el mismo
instante por una contraparte. Por su parte Thomas, cinco años después (1976),
afirma que por conflicto entiende aquella situación en la que “…una persona percibe que otra ha frustrado
o está a punto de frustrar…” el alcance de “…alguno de sus objetivos o intereses”. Y a menos de un lustro
(1979), Cross, Names y Beck colocan al conflicto en el ámbito de las “…discrepancias…” entre dos o más personas, mientras, en el
tracto de seis años posteriores a esta última definición, Hocker y Wilmot (1985) hacen referencia al conflicto como “…una lucha expresa entre dos o más
personas…” que “…perciben que sus
objetivos son incompatibles…” y del mismo modo “…reducidas sus compensaciones…” impidiéndole cada parte a la otra “…alcanzar sus objetivos…” .[2]
Como se desprende de las
opiniones de los catedráticos antes citados, en diferentes momentos de la
historia humana, así como en variados lugares, en el conflicto existen “partes interactuantes” que “relacionadas” al través de luchas,
discrepancias, satisfacción excluyentes de intereses o alcance confrontacional
de objetivos, son impelidas a la búsqueda del “fin común” de vencer, más concretamente, de “lograr la victoria de unos sobre otros”. Pero veamos que se define
como “Sistema” al interior de la
estructura conceptual de la Teoría General de los Sistemas.
Ludwig Von Bertalanffy, Premio
Nobel de Química y creador de la Teoría General de los Sistemas afirma que un
sistema es, precisamente, un “…conjunto
de partes interactuantes, al interior de una totalidad auto-organizada, con una
finalidad determinada y cuya descripción es solo posible a través de las
relaciones que definen las partes y logran mantener aquella totalidad en
cohesión dinámica”.[3]
Como podemos deducir de esta
definición de Bertalanffy, el conflicto puede ser visto como un Sistema, es decir, es posible colegir
que el Conflicto, cualquiera que sea su origen, intencionalidad o génesis
temporal, exhibe una “naturaleza
sistémica”.
Ahora bien, regresando a la
conceptualización de los conflictos, dice A.J Groom, catedrático de la Escuela
de Economía y Ciencia Política de Londres, que la lucha “… entre los que poseen y los que no poseen es eterna (…) los vencidos
o los débiles, poseen un impulso instintivo o motivado por la escasez, a
procurar dominar, lo que los llevará a autoafirmarse y a intentar conseguir el
poder, en cuanto dispongan de la ocasión para ello.”[4]
A partir de esta reflexión de Groom, es posible encontrarse de nuevo con
aquella equivalente de Vinyamata, esto es, la que remite al conflicto en
función de “…la satisfacción de
necesidades…” añadiendo un nueva “necesidad
imperiosa”: la necesidad de autoafirmarse y por ende “tratar de conseguir el poder”. Y es allí donde tiene lugar, desde
nuestra perspectiva, el conflicto
político.
Así, desde las perspectivas de Vinyamata y
Groom, es posible (desde la nuestra) pergeñar una definición propia de Conflicto Político como aquel
que nace de la confrontación por las ideas políticas, sus contenidos, sus
constructos orgánicos devenidos en ideologías y aquellos que, simultáneos o no,
resulten de la lucha por el poder político.
De modo que al interior del Conflicto Político, visto ahora como un Sistema, es posible colegir que las
partes interactuantes están relacionadas por una lucha por el poder político o
por la confrontación de ideas de la misma naturaleza o, simultáneamente, por
una confrontación (abierta o soterrada) para lograr la dominación a través del
poder político una vez conseguido, ejercido a través de los instrumentos que
como interpretación de la realidad, surjan de los constructos orgánicos de
ideas, devenidos luego en ideologías formales.
La misma naturaleza diversa que
tiene el conflicto en sí mismo, la tienen los conflictos políticos. Desde la
confrontación por una posición de mando en un partido, pasando por la
contumacia entre líderes sindicales o la confrontación por posiciones
ideológicas respecto de relaciones humanas, propiedad de los medios de
producción o interpretación de las clases sociales, los conflictos políticos se
presentan en un amplio abanico de posibilidades. Pero ¿Qué ocurriría si una
variada gama de conflictos políticos tuviesen un origen común y su génesis los
hiciese acercarse de tal modo que todos estuviesen rotando al interior de una
misma crisis de carácter político? Sin
duda estaríamos en presencia ya no de un Conflicto como Sistema, sino de un
Sistema de Conflictos Políticos.
Y es allí donde abordamos una
segunda definición pergeñada por nosotros desde esta perspectiva
interdisciplinaria, esta es, la definición de Sistema de Conflictos,
a saber, un conjunto de conflictos de naturaleza política, interactuantes e
intersectados (o que el devenir pudiese llegar a hacer intersectar), con
estructuras comunes, relaciones interdefinidas y que generan su
auto-organización con una finalidad común. Una crisis política
nacional, en un país determinado, configura ciertamente un Sistema de Conflictos Políticos que al interior del Sistema Político, podría llegar a hacer
acumular tal grado de perturbación, que bien podría llevarlo (al Sistema
Político) al borde de su umbral máximo de inestabilidad. Pero es esta
interesante temática la que trataremos más ampliamente en un próximo artículo. La interdisciplinariedad: una manera amplia
de mirar la realidad compleja.
[1] Vinyamata Camp,
Eduard; Conflictología. Curso de
resolución de conflictos. PAIDOS. Barcelona, 2005.Pág.287.
[2]
Bosrissof,
Deborah y Victor, David. Gestión de conflictos.
Un enfoque de las técnicas de comunicación.
DIAZ SANTOS. Madrid, 1991. Pág. XV.
[3] Von
Bertalanffy, Ludwig. Teoría General de los Sistemas. FCE. México, 1998.
Pág.120.
[4]
Vinyamata…Idem…Pág.150
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