La realidad es compleja y como
decimos en el inicio de este blog, no existe ninguna ciencia, sea básica o
humana, que pueda describirla en todo su conjunto. Y para aproximarnos de manera intuitiva a
esta “forma de mirar” apelemos a la
posibilidad de construir ejemplos nacidos de la evidencia empírica. Suponga
usted que ha sido invitado a un concierto de música académica y el programa ofrece
una única presentación: Tocatta y Fuga en
Re Menor de Juan Sebastián Bach. Usted nada sabe del tema, pero como la
invitación no implica gasto alguno, usted convida a su vez a un amigo
ejecutante del órgano quien, además de musicólogo, hace parte de una orquesta sinfónica. Al grupo
se añaden también un arquitecto y un poeta, también amigos suyos. Al final,
otro amigo, quien es un entusiasta del fútbol, se añade al grupo ante la
expectativa de las “cervezas” al
final del concierto.
Ya en el recinto y al subir el
telón, se encuentran con un guitarrista clásico que hace referencia a que el
concierto será ejecutado por él como único músico y en una versión trasladada a
guitarra acústica, hecha también por él mismo y surgida de sus recurrentes ejercicios
como investigador en musicología, además de experimentado ejecutante del
instrumento. El concierto transcurre y llega a su final. Hay aplausos atronadores
por parte de algunos, tibios por parte de otros y “cordiales” por una mayoría
que poco o nada sabe ni de la pieza, ni del compositor y menos de música. La
atracción que produjo en los últimos acaso haya sido la gratuidad del evento y
el no fastidiarse en casa, pudiendo compartir con los amigos un rato de solaz
esparcimiento.
Se cumplen las expectativas del
último de los amigos, esto es, del futbolista: huele a cerveza en el ambiente.
Ya en plena faena “cervecil”, se
hacen los consabidos comentarios sobre la experiencia. El “experto” es el primero en intervenir; como especialista del
órgano, además de musicólogo, conoce de la obra de Bach, pero además acota que
la pieza fue escrita inicialmente para órgano, con lo cual su ejecución en
guitarra “desluce” y “mutila muchos de los colores de la
ejecución”; el arquitecto, que poco o nada sabe de la pieza, afirma que si
el recinto del concierto no hubiese tenido tan “acentuada forma pentagonal” ofreciendo bajo otro diseño “más aristas de rebote en un ambiente más
poliédrico” acaso el sonido de la guitarra hubiese sido “más limpio” conjurando las “ausencias” que tanto extrañase el
musicólogo. El poeta riposta que con órgano o guitarra, la experiencia lo hizo
vivir lo mejor de Rubén Darío y una de las frases melódicas “sintió estar oyendo a Neruda en su Poema 20”.
Y finalmente el futbolista solo atina a decir que a él le pareció “un poco aburrido”. Pagadas las
cervezas, cada quien regresa a su casa y las conclusiones de todos, como las
palabras, flotan libres al viento…
Cada una de esas “experiencias” nace de la “percepción de la realidad” que cada uno
de los amigos tiene desde su pre-disposición,
esto es, como afirma el Doctor Luis Castro Leiva, la inclinación que tenemos
todos de interpretar la realidad desde nuestro “equipaje personal” de creencias, convicciones y valores, unidos de
manera inextricable a nuestra formación académica y profesional. ¿Pero qué
hubiese ocurrido si todos hubiesen sido músicos profesionales? La apreciación
hubiese sido más “técnica” y acaso
más elogios hubiese obtenido el solitario guitarrista. Pero ¿si todos hubiesen
sido entusiastas del fútbol? No nos queda la más mínima duda que el comentario
más amplio hubiese sido “no estuvo mal” o
“fue aburridísimo”.
En ambos casos y sobre una misma
experiencia, las opiniones resultan “sesgadas”. Si una hermana del futbolista
que es violinista llega a preguntarle
¿Cómo te fue? , la respuesta podría ir desde un monosílabo hasta un “fastidioso” o el ya referido “no estuvo mal”. Si el musicólogo
hubiese llegado a compartir con un colega que realiza investigaciones sobre la
guitarra como instrumento solitario, además en conciertos de un solo
interprete, lo llenaría de preguntas acuciantes y llenas de auténtica emoción.
Pero al no estar el grupo cohesionado sobre la aproximación a la experiencia,
cada quien desde su óptica del conocimiento tendrá una percepción de la
realidad “mediada y sesgada” por su
propia pre-disposición.
Pero ¿qué pudiese ocurrir si
estos cinco amigos (usted, el musicólogo, el poeta, el arquitecto y el
futbolista) deciden ir al concierto para disfrutar de “una experiencia compartida” para “mirar y sentir” desde cada una de sus pre-disposiciones? Al final usted hará sus observaciones desde su
propio campo del conocimiento. Supongamos entonces que usted es médico. Los
aspectos relevantes de su observación se referirán al estado de salud del guitarrista,
al menos aquel que pudo haber apreciado empíricamente; el musicólogo hará lo
propio, pero acaso concluirá desde su observación. Una situación equivalente
resultará de los otros dos e incluso el futbolista lo verá desde su propia
perspectiva. Vamos a verlo con una situación hipotética. Entre cerveza y cerveza usted menciona que por
la forma de encorvarse sobre la guitarra y una que otra deformación visible en el
guitarrista, usted concluye que tiene Artritis Reumatoide, además de cierto avance,
luego de explicar suficientemente la enfermedad a sus contertulios; el musicólogo podrá concluir
entonces porque había tanta lentitud entre acordes, al bajar el ejecutante la mano sobre el traste de la guitarra; mientras el poeta “entenderá” porque una pieza que “lucía tan enérgica”, terminó llenándolo de tanta
melancolía. El arquitecto dirá entonces que la limitación física del
guitarrista artrítico, le impidió dar más “carácter
a los acordes” y debido a la pobreza
poco poliédrica del recinto, se perdieron en el éter los acordes melódicos de aquellas
notas. Y, finalmente, el amigo fubolista dirá que entiende porque en un
instante, el guitarrista se vio muy comprometido en una parte de la pieza:
estaba colocado en una posición dónde pie y mano forzaban un conjunto específico
de articulaciones, que producen, de ordinario, mucho dolor. Al día siguiente en
la prensa leen esta reseña, bajo el título que abajo indicamos:
“Extraordinaria ejecución del
maestro Ludwig Stern. Luego de su exitoso viaje por Suiza, se presentó en
esta ciudad el Maestro guitarrista clásico Ludwig Stern. De 75 años de edad y
padeciendo desde hace ya varios años de una fuerte Artritis, de naturaleza
reumatoide, hizo un esfuerzo denodado por sacarle notas a su guitarra, sobre
todo en un ejercicio de ejecución de tan elevada complicación . Sin embargo, las
dificultades de diseño del recinto y la manera que hubo de ubicarse tanto él
mismo, como la silla que le sirvió de asiento, hicieron del concierto mucho menos
de lo que estaba previsto, dados además los dolores físicos que en su posición como
ejecutante, hubo de sufrir. No obstante, no dejamos de afirmar, como siempre, que el
Maestro Stern estuvo a la altura de un muy difícil compromiso.”
Cada uno de los amigos, desde su pre-disposición técnica y profesional, se
aproximó al problema con la intención de compartir métodos y teorías propias de
sus quehaceres y, en conjunto, arribaron a una “diagnosis” del problema que les permitió, acertada y
asertivamente, alcanzar una conclusión que resultó cierta respecto de la
aproximación a un recorte de realidad constituido por el concierto, el lugar de
su realización y el ejecutante. De esto
se trata la “mirada interdisciplinaria”.
Bienvenido a su comprensión intuitiva…si acaso este ejemplo hubiese sido
suficiente…
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