viernes, 9 de septiembre de 2016

Aproximación intuitiva a la “mirada interdisciplinaria”.

La realidad es compleja y como decimos en el inicio de este blog, no existe ninguna ciencia, sea básica o humana, que pueda describirla en todo su conjunto.  Y para aproximarnos de manera intuitiva a esta “forma de mirar” apelemos a la posibilidad de construir ejemplos nacidos de la evidencia empírica. Suponga usted que ha sido invitado a un concierto de música académica y el programa ofrece una única presentación: Tocatta y Fuga en Re Menor de Juan Sebastián Bach. Usted nada sabe del tema, pero como la invitación no implica gasto alguno, usted convida a su vez a un amigo ejecutante del órgano quien, además de musicólogo,  hace parte de una orquesta sinfónica. Al grupo se añaden también un arquitecto y un poeta, también amigos suyos. Al final, otro amigo, quien es un entusiasta del fútbol, se añade al grupo ante la expectativa de las “cervezas” al final del concierto.  
Ya en el recinto y al subir el telón, se encuentran con un guitarrista clásico que hace referencia a que el concierto será ejecutado por él como único músico y en una versión trasladada a guitarra acústica, hecha también por él mismo y surgida de sus recurrentes ejercicios como investigador en musicología, además de experimentado ejecutante del instrumento. El concierto transcurre y llega a su final. Hay aplausos atronadores por parte de algunos, tibios por parte de otros y “cordiales” por una mayoría que poco o nada sabe ni de la pieza, ni del compositor y menos de música. La atracción que produjo en los últimos acaso haya sido la gratuidad del evento y el no fastidiarse en casa, pudiendo compartir con los amigos un rato de solaz esparcimiento.
Se cumplen las expectativas del último de los amigos, esto es, del futbolista: huele a cerveza en el ambiente. Ya en plena faena “cervecil”, se hacen los consabidos comentarios sobre la experiencia. El “experto” es el primero en intervenir; como especialista del órgano, además de musicólogo, conoce de la obra de Bach, pero además acota que la pieza fue escrita inicialmente para órgano, con lo cual su ejecución en guitarra “desluce” y “mutila muchos de los colores de la ejecución”; el arquitecto, que poco o nada sabe de la pieza, afirma que si el recinto del concierto no hubiese tenido tan “acentuada forma pentagonal” ofreciendo bajo otro diseño “más aristas de rebote en un ambiente más poliédrico” acaso el sonido de la guitarra hubiese sido “más limpio” conjurando las “ausencias” que tanto extrañase el musicólogo. El poeta riposta que con órgano o guitarra, la experiencia lo hizo vivir lo mejor de Rubén Darío y una de las frases melódicas “sintió estar oyendo a Neruda en su Poema 20”. Y finalmente el futbolista solo atina a decir que a él le pareció “un poco aburrido”. Pagadas las cervezas, cada quien regresa a su casa y las conclusiones de todos, como las palabras, flotan libres al viento…
Cada una de esas “experiencias” nace de la “percepción de la realidad” que cada uno de los amigos tiene desde su pre-disposición, esto es, como afirma el Doctor Luis Castro Leiva, la inclinación que tenemos todos de interpretar la realidad desde nuestro “equipaje personal” de creencias, convicciones y valores, unidos de manera inextricable a nuestra formación académica y profesional. ¿Pero qué hubiese ocurrido si todos hubiesen sido músicos profesionales? La apreciación hubiese sido más “técnica” y acaso más elogios hubiese obtenido el solitario guitarrista. Pero ¿si todos hubiesen sido entusiastas del fútbol? No nos queda la más mínima duda que el comentario más amplio hubiese sido “no estuvo mal” o “fue aburridísimo”.  
En ambos casos y sobre una misma experiencia, las opiniones resultan “sesgadas”. Si una hermana del futbolista que es  violinista llega a preguntarle ¿Cómo te fue? , la respuesta podría ir desde un monosílabo hasta un “fastidioso” o el ya referido “no estuvo mal”. Si el musicólogo hubiese llegado a compartir con un colega que realiza investigaciones sobre la guitarra como instrumento solitario, además en conciertos de un solo interprete, lo llenaría de preguntas acuciantes y llenas de auténtica emoción. Pero al no estar el grupo cohesionado sobre la aproximación a la experiencia, cada quien desde su óptica del conocimiento tendrá una percepción de la realidad “mediada y sesgada” por su propia pre-disposición.
Pero ¿qué pudiese ocurrir si estos cinco amigos (usted, el musicólogo, el poeta, el arquitecto y el futbolista) deciden ir al concierto para disfrutar de “una experiencia compartida” para “mirar y sentir” desde cada una de sus pre-disposiciones? Al final usted hará sus observaciones desde su propio campo del conocimiento. Supongamos entonces que usted es médico. Los aspectos relevantes de su observación se referirán al estado de salud del guitarrista, al menos aquel que pudo haber apreciado empíricamente; el musicólogo hará lo propio, pero acaso concluirá desde su observación. Una situación equivalente resultará de los otros dos e incluso el futbolista lo verá desde su propia perspectiva. Vamos a verlo con una situación hipotética.  Entre cerveza y cerveza usted menciona que por la forma de encorvarse sobre la guitarra y una que otra deformación visible en el guitarrista, usted concluye que tiene Artritis Reumatoide, además de cierto avance, luego de explicar suficientemente la enfermedad a sus contertulios; el musicólogo podrá concluir entonces porque había tanta lentitud entre acordes, al bajar el ejecutante la mano sobre el traste de la guitarra; mientras el poeta “entenderá” porque una pieza que “lucía tan enérgica”, terminó llenándolo de tanta melancolía. El arquitecto dirá entonces que la limitación física del guitarrista artrítico, le impidió dar más “carácter a los acordes”  y debido a la pobreza poco poliédrica del recinto, se perdieron en el éter los acordes melódicos de aquellas notas. Y, finalmente, el amigo fubolista dirá que entiende porque en un instante, el guitarrista se vio muy comprometido en una parte de la pieza: estaba colocado en una posición dónde pie y mano forzaban un conjunto específico de articulaciones, que producen, de ordinario, mucho dolor. Al día siguiente en la prensa leen esta reseña, bajo el título que abajo indicamos:
Extraordinaria ejecución del maestro Ludwig Stern. Luego de su exitoso viaje por Suiza, se presentó en esta ciudad el Maestro guitarrista clásico Ludwig Stern. De 75 años de edad y padeciendo desde hace ya varios años de una fuerte Artritis, de naturaleza reumatoide, hizo un esfuerzo denodado por sacarle notas a su guitarra, sobre todo en un ejercicio de ejecución de tan elevada complicación . Sin embargo, las dificultades de diseño del recinto y la manera que hubo de ubicarse tanto él mismo, como la silla que le sirvió de asiento, hicieron del concierto mucho menos de lo que estaba previsto, dados además los dolores físicos que en su posición como ejecutante, hubo de sufrir. No obstante, no dejamos de afirmar, como siempre, que el Maestro Stern estuvo a la altura de un muy difícil compromiso.”

Cada uno de los amigos, desde su pre-disposición técnica y profesional, se aproximó al problema con la intención de compartir métodos y teorías propias de sus quehaceres y, en conjunto, arribaron a una “diagnosis” del problema que les permitió, acertada y asertivamente, alcanzar una conclusión que resultó cierta respecto de la aproximación a un recorte de realidad constituido por el concierto, el lugar de su realización y el ejecutante.  De esto se trata la “mirada interdisciplinaria”. Bienvenido a su comprensión intuitiva…si acaso este ejemplo hubiese sido suficiente…

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